Se estima que el 85% de nuestras decisiones las tomamos de manera subconsciente. El 25% restante son decisiones Slow.
Nuestra frase introductoria contiene uno de los principios más importantes de la slow life y en general de todos los movimientos slow: ser consciente.
Se trata de ser responsable de nuestras acciones, nuestro cuerpo, nuestros actos para con el medioambiente y seres vivos que habitan el planeta.
Un poco de historia
El movimiento Slow surge en los años 80 con la protesta de Carlo Petrini contra la apertura de un establecimiento en Piazza di Spagna, Roma 1986, de una famosa cadena de hamburguesas. Es el momento en el que se empieza a cuestionar la alimentación fast food.
Comienza a hablarse entonces de su antagónica slow food que encarna la preocupación por los ingredientes, aditivos, y origen de los alimentos. Se denuncian los cultivos tratados con pesticidas dañinos tanto para el medio ambiente como para la salud de los agricultores que los manipulan, así como los consumidores.
El movimiento slow food se preocupa también por la cercanía, el transporte, almacenaje, manipulación, transformación de los alimentos e incluso su reciclaje. He aquí el germen de la economía circular, no lineal, basada en el principio de «cerrar el ciclo de vida» de los productos.
Los años 80 nos dejaron una recopilación musical increíble, pero también una onda expansiva de este movimiento. La slow food contagió a todos los ámbitos de nuestras vidas: la salud corporal, el turismo, el deporte y la slow fashion de la cual hablaremos más adelante, entre otros.
En cuanto al término slow life fue acuñado en el 2008 por el periodista y escritor Carl Honoré en su bestseller internacional “Elogio de la Lentitud”. Hace referencia al movimiento lento que defiende un cambio cultural orientado a disminuir el ritmo de vida. Significa disfrutar de cada acción, de cada momento y de cada persona.
Características slow life
La slow life significa saber parar dejando a un lado la vorágine del mundo que nos rodea y saborear un presente efímero.
Aquí os dejamos una recopilación de características de este estilo de vida:
- Equilibrio entre moderno y tradicional: promueve la tradición del buen hacer sin dar la espalda a los avances tecnológicos de la era moderna.
- Cree en el pequeño comercio y productos de temporada, en vez de en las grandes cadenas de supermercado y agricultura masiva con los mismos productos todo el año.
- Cree en la ropa de cercanía hecha de manera artesanal en vez de en las grandes multinacionales que producen en países más pobres para conseguir prendas más baratas.
- Promueve el disfrute de la naturaleza, origen del ser humano.
- Aboga por ser consciente de la huella medioambiental que deja nuestro paso por el mundo.
- Cree en la consciencia corporal, incentivando el deporte y actividades que ayuden a la relajación y salud mental.
Gratitud
No se nos puede olvidar dar las gracias a los primeros valientes que comenzaron un estilo de vida slow por dejarnos este legado, pues hay que tener valentía para cuestionar un estilo de vida fast tan arraigado en la sociedad.